- Herman Grech*
- Especial para la BBC
Cuando al menos 300 inmigrantes se ahogaron frente a las costas de Malta el 12 de septiembre pasado, el incidente tuvo una diferencia fundamental con tragedias anteriores de la misma naturaleza en el Mediterráneo.
Se trató de un asesinato en masa, según tres sobrevivientes que le hablaron al Times de Malta.
«Nos trataron como perros todo el camino, pero los traficantes egipcios fueron los peores», dice Mohammed Ali Amadalla, un palestino de 23 años, mientras se recupera en tierra firme.
Otro sobreviviente le dijo a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que los traficantes se reían mientras veían cómo desaparecía la embarcación hacia su tumba marina.
«Después de que golpearon nuestro bote esperaron, para asegurarse de que se había hundido completamente antes de irse. Se estaban ríendo», afirmó.
Según el testimonio de las 13 personas que vivieron para contar la historia, los traficantes embistieron contra el bote cargado de migrantes en forma deliberada, cuando estos se rehusaron a cambiarse a una embarcación más pequeña.
«La mitad de las personas a bordo murieron instantáneamente porque se hundieron con el bote», afirma Amadalla.
Los otros esperaron a la deriva en el mar por dos o tres días, hasta que llegaron los primeros rescatistas. Para entonces, la mayoría había muerto.
Las historias que cuentan son horrorosas. «Vi perecer a una familia siria completa. Primero murió el padre, luego la madre; luego tuve que cuidar de su hijo de un año… murió en mis brazos», recuerda Mamoun Dougmoush, un palestino de 27 años.
Otro sobreviviente contó cómo los traficantes se burlaba de los migrantes después de que naufragó su barco. Cuando uno de los refugiados se aferró a la nave para tratar de salvarse, los traficantes le cortaron la mano.
Los migrantes que iban en aquel viaje fatal dicen que pagaron alrededor de US$4.000 cada uno. El grupo fue llevado por un camino largo y oscuro, a través de túneles, a veces a punta de pistola, antes de abordar la embarcación en Damietta, Egipto. Algunos huían de Gaza.
Números crecientes
Según la OIM, cerca de 2.900 migrantes han muerto en lo que va de año en el Mediterráneo, una cifra que cuadriplica el total de 700 que fallecieron en 2013.
Con el incremento de incidentes, crecen las críticas hacia Europa por no actuar en forma efectiva para detener las muertes.
El primer ministro de Malta, Joseph Muscat, le dijo a la BBC que toda la responsabilidad por el manejo de la frontera sur del bloque estaba recayendo sobre dos de sus miembros: Italia y Malta.
«Aun con todos nuestros esfuerzos para salvar vidas usando los recursos limitados de Malta y la intervención decidida de Italia con el Mare Nostrum -la operación de búsqueda y rescate italiana- la gente sigue muriendo, convirtiendo en esto en un asunto humanitario que nadie puede ignorar», señaló.
«Recibir llamadas en mitad de la noche con la noticia de que cientos de personas han muerto en el mar siempre me estremece. Y sin embargo, mientras más pasa, menos se le presta atención. Debemos luchar contra esta indiferencia y buscar soluciones concretas».
El mandatario dijo que ya se han identificado soluciones de corto y mediano plazo, pero que su implementación es débil. La situación en Libia se está deteriorando y la estabilidad allí es crucial para manejar los flujos migratorios, argumentó.
Maria Pisani, de la Fundación Integra, una ONG que trabaja por la integración de inmigrantes en Malta, recuerda que los conflictos en el Norte de África y Medioriente han contribuido a un incremento dramático en el número de personas que abandonan sus hogares.
En un esfuerzo por evitar que más refugiados lleguen a Europa, la Unión Europea ha adoptado una política de contención que incluye reforzar la seguridad en la frontera.
Así que los refugiados se ven forzados a buscar rutas alternas para obtener protección. Así, terminan acudiendo a una industria de tráfico cada vez más inescrupulosa que los obliga a tomar rutas más mortíferas, dice Pisani.
Europeos «impasibles»
Pero Europa se ha vuelto casi inmune a la pérdida de vidas humanas en el umbral de su casa, se queja la especialista.
«Más preocupados por las políticas populistas y por el miedo a que se los castigue en las elecciones, los países europeos están ignorando sus obligaciones internacionales. Se violan los derechos y miles de vidas se pierden. Desafortunadamente, creo que a los malteses no les afecta la pérdida de vidas, ni tampoco al resto de Europa», señala.
«Los europeos no son conscientes o son insensibles (a lo que esta pasando). Estos incidentes apenas si aparecen en los titulares de la prensa internacional».
Estas afirmaciones parecen coincidir con algunos comentarios por parte de usuarios de medios malteses, llenos de sentimientos contra los inmigrantes.
Cerca de 19.000 inmigrantes han llegado a Malta procedentes de Libia desde 2002, una cifra significativa para la nación más populosa de la Unión Europea, con sus 417.000 habitantes.
Jon Hoisaeter, representante de Malta ante la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados de la ONU, Acnur, dice que algo está fundamentalmente mal en un mundo donde la gente que necesita que la protejan está muriendo en medio de desesperadas travesías por mar.
«En el largo plazo no hay, desgraciadamente, respuestas sencillas. Se requiere de acciones paralelas en diferentes frentes. Pero nuestro objetivo común debe ser claro: las muertes en el mar pueden evitarse», dice.
Sin embargo, mientras persista la guerra y la pobreza, miles seguirán dispuestos a emprender el arriesgado viaje en bote, ansiosos de alcanzar la seguridad y la estabilidad.
Mamoun Dougmoush, por su parte, espera que su desagarrador periplo no haya sido en vano.
«Sólo quisiera llevar una vida normal, en la que pudiera trabajar y ganarme la vida para mí y mi familia. Después de todo esto, espero que sea posible», dice, entre lágrimas.
*Herman Grech es jefe de Medios del Times de Malta