Un año de COVID-19: las vacunas traen esperanza, pero África debe estar incluida

Este ha sido un año devastador para las comunidades de África. Millones de personas estuvieron expuestas al impacto social y económico directo e indirecto de la pandemia, que reveló las graves debilidades de los sistemas de salud en todo el continente. Los seres queridos se enfermaron y murieron. Los niños perdieron tiempo en clase y millones de personas se vieron aún más marginadas por las recesiones económicas y los bloqueos.

Los desafíos del desarrollo a largo plazo, la pobreza, las guerras y la violencia y el impacto creciente del cambio climático se han visto exacerbados por los impactos del COVID-19 . Hoy en día, las segundas oleadas y las variantes de virus subrayan la precariedad de la situación a nivel mundial. Un número creciente de vacunas efectivas trae esperanza, pero controlar este virus solo será posible si todos están incluidos en los esfuerzos de vacunación.

Es un imperativo moral que el acceso de África a las vacunas necesarias se mejore drásticamente, pero también que las campañas de vacunación contra COVID no tengan el costo de otras preocupaciones de salud clave. Deben continuar los programas de vacunación para otras enfermedades. La rápida propagación de la variante 501Y.V2 subraya una frase ahora común: nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo. Dado el carácter mundial de la pandemia, el acceso equitativo a su vacuna en la actualidad es un paso crítico hacia un acceso más equitativo a las vacunas en general.

Hay tres razones principales por las que el mundo debe garantizar que África no sea olvidada: Primero, el imperativo humanitario: cada vida es importante. El segundo es el argumento epidemiológico: grupos de personas no vacunadas pueden conducir a la replicación viral y la posible aparición de variantes que las vacunas no cubren. Y tercero es el argumento económico: el impacto de COVID-19 seguirá dañando las economías locales, nacionales y globales. La vacunación de grupos vulnerables en todo el mundo tiene sentido económico.

Una vez que los países reciben más vacunas, es fundamental que las autoridades también den prioridad a las personas desplazadas, los migrantes y los refugiados; los detenidos ; y aquellos que viven en áreas bajo control no gubernamental. Alrededor del 70 por ciento del territorio de la República Centroafricana se encuentra fuera del control del gobierno, por ejemplo. El CICR está dispuesto a ayudar en la distribución de vacunas con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y otros asociados.

La implementación de la vacuna en todas las comunidades de África será sin duda un gran desafío cuando se consideren los problemas de transporte, los problemas de la cadena de frío y la falta de personal sanitario capacitado. Este es el momento de reconocer que COVID-19 es una amenaza adicional para la salud de estas comunidades. También es una oportunidad: nuestros esfuerzos deben ser integrales y responder a los amplios desafíos de salud de las poblaciones. Y deben ser inclusivos. Si no escuchamos a las comunidades y abordamos sus prioridades y necesidades para salvar vidas, encontraremos resistencia y no lograremos lo que esperamos.

 

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