El 17 de febrero, los servicios de seguridad y la guardia nacional de Rusia allanaron las casas de siete musulmanes en Crimea, seis de ellos tártaros de Crimea.
A las cuatro de la mañana, hombres armados golpearon las puertas y ventanas de sus casas en Sebastopol, Bakhchisaray, Belogorsk y Simferopol. Entraron sin presentarse, realizaron búsquedas, interrogaron a familiares aterrorizados y confiscaron libros religiosos. Luego se llevaron a los hombres.
El mismo día, los tribunales ordenaron que seis de ellos fueran puestos bajo custodia hasta mediados de abril, me dijo uno de sus abogados.
Los seis están acusados de estar involucrados con Hizb-ut Tahrir, un grupo que tiene como objetivo establecer un califato islámico pero que renuncia a la violencia. Prohibido en Rusia como organización terrorista, el grupo opera legalmente en Ucrania.
Las autoridades rusas han perseguido implacablemente a los tártaros de Crimea por nada más que su oposición pacífica a la ocupación rusa de la península a partir de 2014 . Actualmente, decenas de tártaros de Crimea cumplen condenas de prisión infundadas y brutalmente duras por cargos de terrorismo, únicamente por practicar creencias religiosas o políticas, a menudo en privado, que las autoridades rusas afirman que constituyen una afiliación con Hizb ut-Tahrir.
Lutfie Zudiyeva, líder de Solidaridad de Crimea, un grupo establecido para apoyar a los tártaros de Crimea arrestados por motivos políticos, fue detenida por cargos falsos en 2019. Me dijo que los arrestados esta semana son miembros de Solidaridad de Crimea o han apoyado a algunos de sus actividades. Por ejemplo, Azamat Eyupov participó en una protesta pacífica de los tártaros de Crimea celebrada en la Plaza Roja en julio de 2019. Timur Yalkabov asistió a los juicios. Oleg Fedorov, el único tártaro que no es de Crimea entre los seis detenidos, ayudó a crear conciencia sobre los casos de motivación política en Crimea. Lenur Seydametov entregó paquetes de atención a los presos. Las autoridades han detenido repetidamente a muchos otros miembros de Solidaridad de Crimea desde que se estableció el grupo en 2016.
Estas redadas no son nada nuevo en Crimea desde 2014, un hecho que sin duda agrava el miedo y el sufrimiento de estos hombres y sus familias, que saben que es poco probable que los vean pronto en casa. Estos hombres, y todos los demás detenidos o procesados por cargos de motivación política, deben ser puestos en libertad de inmediato y las autoridades deben poner fin a su despiadada campaña de persecución.