El gobierno chino se ha reincorporado al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, habiendo sido reelegido por poco en octubre de 2020. Bajo la presión global sobre temas que van desde Hong Kong a Xinjiang mientras intenta revivir su resolución regresiva sobre "cooperación mutuamente beneficiosa", las autoridades chinas deberían pensar colaboración en lugar de conflicto.
En cambio, esta semana los diplomáticos chinos optaron por una abierta hostilidad.
El 3 de marzo, Karima Bennoune, relatora especial de derechos culturales de la ONU, presentó su informe sobre el ejercicio de los derechos culturales durante la pandemia de Covid-19. Junto con referencias a docenas de otros países, su informe se refirió a la muerte de un director de cine chino; un sacerdote taoísta que conmemoraba las muertes relacionadas con Covid; y las consecuencias de la censura pandémica de Beijing. La delegación china respondió acusando a Bennoune de "declaraciones racistas" y de "ignorancia hacia China". Sin fundamento, el delegado de China afirmó que el informe iba "en contra de los estándares éticos de los expertos de la ONU".
Ahmed Shaheed, el relator especial sobre la libertad de religión o creencias, informó sobre la islamofobia global. Su informe señaló preocupaciones sobre el trato del gobierno chino a los musulmanes, incluido el control de Beijing sobre el nombramiento de imanes, la destrucción de mezquitas y la tortura en los campos de reeducación política en Xinjiang. La delegación china, después de afirmar que el informe "calumnia y difama a China", acusó a Shaheed de "difundir [difundir] información falsa sin sentido, carecer de una ética profesional mínima y servir como herramienta política para algunos países occidentales y anti -Fuerzas chinas ". Este ataque llevó a la vicepresidencia del Consejo de Derechos Humanos a intervenir, advirtiendo sobre “comentarios despectivos o incendiarios” contra los relatores especiales. El delegado de China reanudó sus comentarios y acusó a Shaheed de "haberse portado mal", exigiendo que se le "[responsabilice]", y dijo que el sistema de procedimientos especiales de la ONU debería reformarse.
A ningún gobierno le gustan las críticas, pero el gobierno chino tiene un historial inquietante de no solo rechazar las críticas, sino también de amenazar a los expertos y oficinas de todo el sistema de derechos humanos de la ONU responsables de sacar a la luz las violaciones de derechos humanos. Estos ataques más personales y públicos, junto con llamados claramente hipócritas a la rendición de cuentas, pueden indicar un giro más oscuro. Se espera que los miembros del Consejo de Derechos Humanos “mantengan los más altos estándares” de derechos humanos, pero China parece estar cayendo a los niveles más bajos.