El ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está consternado por la escalada de violencia en Myanmar y el sufrimiento humano resultante y el desplazamiento que esto está causando.
Estamos consternados por la violencia indiscriminada contra la población civil en todo el país, además de la reanudación de los combates entre el ejército de Myanmar y los grupos étnicos armados en algunas zonas fronterizas.
Estos eventos en Myanmar están impulsando a la gente a huir dentro del país y a través de las fronteras.
Hacemos un llamado urgente a los países de la región para que ofrezcan refugio y protección a todos aquellos que huyen en busca de seguridad. Es vital que cualquier persona que cruce la frontera y busque asilo en otro país pueda acceder a ella.
Es un hecho comprobado que las prácticas fronterizas humanitarias se pueden mantener en medio de la salud pública y otras medidas de control fronterizo, para garantizar que las personas que necesitan protección puedan acceder al territorio y al asilo.
Los niños, mujeres y hombres que huyen para salvar sus vidas deben recibir refugio. No deben ser devueltos a un lugar donde su vida o su libertad puedan estar en peligro. Este principio de no devolución es una piedra angular del derecho internacional y es vinculante para todos los estados.
Los vecinos de Myanmar tienen una historia de décadas de brindar protección y asistencia a los refugiados. A medida que la situación en Myanmar se deteriora aún más, pedimos a los Estados que continúen con su tradición humanitaria de salvar vidas de salvaguardar las vidas de todos los que se vieron obligados a huir.
En toda la región, el ACNUR y las organizaciones asociadas están listas para intensificar el apoyo a las autoridades nacionales y locales para garantizar que los refugiados reciban la protección que necesitan.