Según datos recientes, pese a que la región del Sahel en conjunto registró este año un superávit de 85.000 toneladas de grano, Níger y Chad tuvieron un déficit en su producción de cereal de 224.000 y 217.000 toneladas, respectivamente. Por otra parte, el alza de los precios ha puesto en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas en países como Mali, Mauritania y Níger.
“La situación se está agravando en las zonas afectadas, y si la ayuda no llega ahora, cientos de miles de personas sufrirán las consecuencias durante los próximos años. Los campesinos y pastores que han perdido sus recursos debido a la sequía y la langosta viven en la pobreza y cuentan con un acceso limitado a alimentos”, dijo Fernanda Guerrieri, jefa del Servicio de Operaciones de Emergencia de la FAO.
En las áreas más afectadas de Mauritania, Mali y Níger, el acceso a los alimentos es cada vez más difícil, y se señala un aumento de casos de desnutrición infantil grave. La escasez de agua y pastos está afectando seriamente la salud del ganado –vacas, camellos, cabras y ovejas- que son las únicas fuentes de alimentos e ingresos para las comunidades nómadas. Las disputas por los limitados recursos han provocado ya conflictos a nivel local.
Los campesinos necesitan de forma inmediata semillas e insumos agrícolas para asegurar la próxima cosecha de octubre. Los pastores dependen de las distribuciones de piensos y de los servicios veterinarios para poder mantener con vida a sus debilitados animales.
La FAO ha lanzado un llamamiento para conseguir 11,4 millones de dólares para proyectos de emergencia en la región. Algunos de estos proyectos ya son operativos, pero se necesitan más fondos con urgencia.