
El proceso comienza con el inicio de las hostilidades. Los equipos del CICR se aseguran de que las partes en un conflicto comprendan sus obligaciones para con los muertos y los alientan a trabajar juntos para facilitar la recuperación e identificación de los fallecidos.
En una zona de conflicto donde el control sobre el territorio está cambiando de manos, las minas terrestres y las municiones ensucian el paisaje y las emociones aumentan, es más fácil decirlo que hacerlo.
El trabajo real de recolección de restos humanos lo llevan a cabo las autoridades competentes. El papel del CICR es facilitar las operaciones, como intermediario neutral, para que puedan progresar de la manera más fluida posible.
Hasta la fecha, el CICR ha participado en más de 170 misiones de recuperación en relación con la escalada del conflicto de Nagorno-Karabaj el año pasado. Se han recuperado más de 1.600 cuerpos desde el alto el fuego, según las autoridades.
Al recoger al difunto del campo de batalla, toda la información es vital para mejorar las posibilidades de identificación. La ubicación GPS de donde se encuentran los restos debe registrarse para que las autoridades puedan compararla con los datos militares.
Los restos humanos deben colocarse en bolsas para cadáveres separadas junto con cualquier ropa o pertenencia personal que pueda ayudar en el proceso de identificación.
"No se puede exagerar la importancia de las posesiones para las familias", dijo Taylor.
"Los objetos que pertenecen a seres queridos, como un reloj, pueden evocar emociones fuertes y ayudar a las familias a aceptar su pérdida".
Las familias son fundamentales para el proceso. Al principio, brindan detalles personales sobre seres queridos desaparecidos. Más adelante, si es necesario, se les puede solicitar una muestra de ADN.
Pero este no es un simple ejercicio para marcar casillas. Las entrevistas con las familias son realizadas por personal capacitado con el fin de brindarles tanta tranquilidad y apoyo como sea posible.
Las creencias religiosas de la familia también deben tenerse en cuenta, ya que las diferentes religiones pueden tener sus propias prácticas culturales cuando se trata de manejar a los muertos.